Adolescencia | Siglo XXI

¡Hola rinconeros! ¿Qué tal estáis? ¡Espero que muy bien!
Hoy os traigo una entrada que tenía pensado subir desde hacía tiempo, pero cada vez que me ponía a escribir la terminaba borrando porque no estoy acostumbrada a hablar de lo que pasa a mi alrededor o a dar mi opinión sobre qué pasa en el mundo. Por eso, arriesgándome mucho a no trasmitir el mensaje deseado, os traigo una entrada donde hablo sobre la adolescencia en el siglo XXI. Lo normal es pensar que vivimos en un siglo liberal, donde todos nos aceptamos entre nosotros, no nos criticamos y podemos compartir nuestra manera de ver la vida, pero lamentablemente no es así, y eso es en lo que hoy voy a profundizar.

  Como ya he dicho en la introducción, ser un adolescente en el siglo XXI parece algo fácil, debido a las nuevas revoluciones respecto a la orientación sexual y a los derechos de las mujeres, por ejemplo. Pero aunque parezca algo fácil de lidiar a lo largo de los días, es bastante complicado ser una persona homosexual o incluso una chica que defiende la igualdad de sexos.

  Pero para mí lo peor de ser adolescente en estos días no es tener que luchar por ser feliz respecto a nuestra sexualidad, ya que eso es algo que se lleva arrastrando durante años, y ya llegará el día en que consigamos vivir en una sociedad donde no importa si eres lesbiana, gay, mujer u hombre. Para mí lo más duro es tener que seguir los estereotipos de una sociedad que busca la perfección, y donde a veces si no eres alto y delgado, o no tienes unos ojos preciosos, los demás te consideran del montón y por tanto tú te sientes menospreciado o menospreciada. Y sí, esto también es algo que llevamos arrastrando durante años, pero una vez te metes dentro de este mundo no puedes salir de él por mucho que quieras, y siempre quieres mejorar y mejorar, y si por ello hace falta destrozarte la vida, ¿qué más da? Y ahí es cuando que hay que parar. No tenemos que ser perfectos, sino diferentes. Ser diferente significa ser especial, y no hay dos personas especiales iguales.

  Y además de ser juzgado por tu orientación sexual, tu aspecto, tu altura y tu talla, también se te juzga por tus gustos. Y sé por experiencia que si no te gusta lo mismo que a los demás, se te considera un bicho raro, ya sea porque no escuchas música que diga cosas que para ti son de mal gusto (admitamos también que la música que ahora está de moda a veces no es de lo mejor), porque no te vas de fiesta todos los fines de semana o porque prefieras coger un libro que estar enfrente de una pantalla las veinticuatro horas. Incluso porque para vestir prefieres unos pantalones largos o una camiseta de manga larga antes que enseñar todo.

  He de decir que además de lo antes mencionado, a veces no te juzgan solo a ti mismo, sino también a tu entorno. Da igual si son tus amigas o incluso tu pareja, los demás se encargarán de que empieces a desconfiar de ellos, o de que comiences a pensar que te mereces algo mejor, pero tú debes parar. Parar y decirte a ti mismo que si eres feliz así nadie debe hacerte cambiar de opinión. Si tú quieres a esa persona y quieres pasar con ella toda la vida, o parte de ella, ¿qué más da lo que te digan los demás? A veces están celosos y lo que buscan es que estés en su misma situación.

  Yo no soy mucho de hablar de mí misma, porque no es algo que me guste mucho, pero llega un momento en el que te cansas de ver cosas y callártelas, de asentir con la cabeza y sonreír cuando por dentro te estás marchitando. Y da igual lo que sea, siempre va a haber un motivo por el cual te criticarán, ya sea porque tienes las piernas gordas, el pelo raro, tu cantante favorita es algo que se sale de lo normal o porque tu pareja no es la persona más guapa del mundo. Pero lo que hay que hacer es pensar que la opinión de los demás no importa, sobre todo cuando esas personas que se meten contigo no forman parte de tu día y a día y solo se meten en ella por fastidiar.

  Así que si eres adolescente, levanta la barbilla y sonríe, y deja de pensar que tienes que ser perfecto y como los demás. Eres especial por cómo eres tú, no por cómo son los demás.

  Y si eres adulto, por favor, intenta comprender que a veces la presión puede con nosotros y que es normal que estallemos. Somos como ollas a presión: una vez empezamos a hervir, no podemos parar hasta que se nos pase. Y además un poco de comprensión nunca viene mal.

  Si has llegado a este punto de la entrada, espero que hayas disfrutado de ella, que compartas conmigo tu opinión sobre la adolescencia o qué te parece que está sucediendo, y muchas gracias por llegar aquí :)