sábado, 31 de diciembre de 2016

¡Sayonara 2016!

¡Hola rinconeros! ¿Qué tal estas últimas semanas de diciembre y del 2016? Espero que mejor que las mías, que estoy pasando una mala racha y poco a poco me cuesta más lidiar con ella. Es muy difícil sonreír y decir que todo está bien cuando en realidad todo está mal, ¿verdad? Pero bueno, terminemos el 2016 con una sonrisa de oreja a oreja, con la tripa gordita y llena de comida y con este frío que hace, y cómo no... ¡Con una Sharientrada! Hoy os iba a traer una entrada corta donde felicitaros el año, pero después me he puesto a escribir y me he dicho a mí misma: ¿Por qué no subirlo? ¡Así que aquí tenéis el pequeño extracto que he escrito hace nada! Como en el anterior blog, forma parte de una historia simple que se me ha ocurrido hoy y que me encantaría seguir aunque seguro que no hago. Espero que os guste mucho mucho mucho! <3

«Hay una habitación donde la luz no te encontrará».

Eso fue lo primero que me dijeron nada más el reloj dio las doce de la madrugada, convertiéndose así el día en el de mi decimosexto cumpleaños, sin anestesia ni una charla previa. Nada de eso. Mi madre se limitó a abrir la puerta de la habitación, con un plato pequeño y una vela apoyada en él, iluminando su rostro ceniciento y cansado. Soltó aquellas palabras y volvió a irse, con las zapatillas negras de andar por casa arrastrándose por el suelo.

Si no hubiese estado toda mi vida preparado para aquella primera premisa, no habría sabido a qué se refería mi madre. Y no podría hacerle preguntas. Es una de las primeras normas de nuestro mundo: «Una vez uno de tus parientes te reciten la premisa, sepas o no de qué se trata esta, no podrás hacer preguntas. El incumplimiento de esta norma se cobrará con diez latigazos a cada miembro de la familia». La segunda norma era aún más importante: «Al alba de tu decimosexto cumpleaños marcharás, y tu aventura emprenderás».

Aquella noche no dormí preparando el equipaje: me coloqué la armadura que había heredado del abuelo de mi madre, guardada en el baúl de debajo de mi cama rodeada de seda, sobre los hombros; busqué las botas que acostumbraba llevar para correr en el patio de casa y preparé todas las armas que mi padre había dejado en el sótano antes de su marcha al ejército y un petate donde guardar una cantimplora llena de agua, un termo con café y algo de comer.

Y con todo ello partí nada más salió el sol, con el primer haz de luz que iluminó el camino de mi casa y sin nada más que un petate, un arco desvalijado, una armadura vieja y mi valentía oxidada.

Pero había algo que tenía claro: tenía que encontrar aquella habitación sin luz.

Y terminar con la Era Dorada.

¡Y eso es todo! Espero que os haya gustado la última entrada de 2016 y el pequeño extracto que os he traído hoy. También espero que tengáis una buena salida del 2016 y que entréis en el 2017 sin ahogaros con las uvas o el champán ;)

1 comentario:

  1. Hola!
    Espero que hayas tenidos unas fabulosas fiestas y te deseo un 2017 increíble y lleno de bendiciones. Espero que estés de mejor ánimo, que le sonrías a la vida y veas el vaso medio lleno :D
    Me ha encantado este relato, me haz dejado con mucha curiosidad por saber de que trata todo ese mundo, lo de las palabras y demás, ojala que lo continúes.
    Besos

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